La comunicación en la escuela como promotora del bienestar de hijos e hijas de enfermos crónicos

La enfermedad diagnosticada en algún miembro de la familia está destinada a tener un impacto en todo el sistema familiar, implicando un incremento de conflictos y disrupciones en la rutina diaria y en la relación entre padres e hijos. Suponiendo una reorganización de los roles, interrupciones de la rutina cotidiana, ausencias como consecuencia de hospitalizaciones, lo que implica que los padres están menos disponibles y, en la mayoría de los casos, disminución de ingresos por baja laboral del paciente enfermo.

Todo este cambio es vivido como un tsunami para los niños, niñas y adolescentes que atraviesan tal situación en sus hogares.

La comunicación debe ser continua e irse adecuando en cada estapa de la vida del niño y del adolescente para que se comprenda de manera correcta el proceso que atraviesa la familia. En especial si nos centramos en los hijos menores de edad que conviven y dependen aún de los padres que padecen la enfermedad, los docentes son fundamentales para integrar lo que sucede en el hogar con lo que sucede en la escuela. 

Es muy importante saber cómo y cuándo informar según la etapa de desarrollo. Teniendo  en cuenta que el  peligro que puede representar un trauma en un niño es menor que el peligro que conlleva no hacerle partícipe o excluirlo, la experiencia indica que las escuelas no están preparadas para este tipo de comunicación y por lo tanto suelen evitar el tema y es así como los niños y adolescentes no logran un lugar que los contenga en el colegio. 

Las familias que atraviesan una enfermedad crónica deben adaptarse a los nuevos roles y a convivir con la amenaza de que la situación empeore.

Por ejemplo los hijos de padres con cáncer están expuestos a niveles significativos de estrés psicosocial, ya que se encuentran con la interrupción de las rutinas y cambios en los roles familiares, el riesgo de perder al padre, madre o hermano enfermo, la pérdida temporal del familiar debido a la hospitalización y los cambios provocados por efectos secundarios del tratamiento o los síntomas de la enfermedad, todo ello unido al estigma social.

Pero, ¿Es posible una adaptación positiva del niño o adolescente? Si, es posible. Resulta fundamental las relaciones familiares basadas en la cohesión y la flexibilidad y que los docentes en la escuela estén capacitados para abordar tal situación.

Bibliografía

Gordillo Montaño, Mª José; Guillén Guillén, Elena; Gordillo Gordillo, Mª Dolores; Ruíz Fernández, Mª Isabel
PROCESOS ONCOLÓGICOS, COMUNICACIÓN FLEXIBLE EN LA FAMILIA
International Journal of Developmental and Educational Psychology, vol. 1, núm. 1, 2014, 79-85
Asociación Nacional de Psicología Evolutiva y Educativa de la Infancia, Adolescencia y Mayores
Badajoz, España
Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=349851780008